martes, 31 de marzo de 2015

Origen australiano 
Participantes: Mi señor y la Muchacha sumisa 
A la muchacha: Estas llíneas describen una ceremonia importante en la cual te entregas libre y voluntariamente a una persona que será tu amo por un período del tiempo convenido. Antes de someterte debes entender que el cambio en tu estado al de sumisa será profundo y te afectará. El contrato no puede ser roto durante ese periodo y puede ser renovado o no a su finalización.

La sumisión no es una nueva invención; se ha practicado entre seres humanos desde el amanecer de los tiempos. Hasta hace poco tiempo, ha sido el hecho más notable de la vida para mucha gente. La esclavitud es humana. El dolor y el sufrimiento son parte de la vida humana. Pueden ser evitados, es verdad. Es tu elección. Recordad que el castigo es una forma de amor, experimenta una voluntad que madura en la otra.

Dedicas tu mente y tu cuerpo a tu señor y a su voluntad. Muchacha, no te entregas a un ideal o ni a una causa; no lo haces ni por dinero o gloria. Hay una semilla que empieza a crecer en ti.

Cosas necesarias para el rito:

Una mesa de altura normal y una vela blanca sobre ella
Regalo de la muchacha a su señor: algo pequeño que la muchacha elige ofrecer porque simboliza la esencia de su sumisión.
Collar auxiliar y cadena (no unidos)
Azote, fusta o toalla no muy grande
Consolador
Venda negra para los ojos (colocada junto a la cama)
Vendas o cuerdas (atadas a cuatro esquinas de la cama en la preparación)
Flor roja (eg. un clavel) que la muchacha lleva como símbolo de su entrega.
Es deber de la muchacha asegurarse de que todo lo necesario está listo.

Vestido: La muchacha debe vestir con ropas donde deje claro que ella está ofreciendo su cuerpo a su señor y complacen su gusto. Ella debe perfumarse con cuidado. Vestirá al amo si él así lo desea.

Comportamiento general: 

La muchacha debe comportarse con humildad pero no sin ocultar sus partes privadas a su señor. Su voz debe ser baja pero no un susurro y ella debe mantener la cabeza baja en una actitud de sumisión. En ningún caso puede ella corregir a su señor.

La ceremonia

En la mesa se fija una vela encendida sin ninguna otra luz en el cuarto. Se coloca en frente el regalo. El señor está quieto a un lado de la mesa, la muchacha frente a él. Ella tiene los brazos caídos a lo largo del cuerpo y muestra las palmas de sus manos a su señor.

El consentimiento de la muchacha:

Señor: ¿Vienes aquí de tu propia voluntad libre?
Sumisa: Sí, vengo libremente.
Se: ¿Aceptas libremente que te someterás a mi hasta la medianoche del día x del mes y de 200n*?
Su: Sí, soy desde ahora tu esclava hasta entonces.
Se: ¿Juras solemnemente por todas las cosas que me darás cuanto pida totalmente, sometiéndote sin trabas a mi disfrute de ti durante ese tiempo?
SU: Sí, lo juro por todo mi señor
Se: Repite estas palabras: Juro solemnemente someter a tu voluntad, mi corazón (Luna, toca tu pecho y toca el de tu seño), mi mente (toca tu frente y la de tu señor) y mi alma (toca tus labios y luego los de tu señor). Juro solemnemente obedecerte inmediatamente, sin reserva y sin vacilación en lo que me pidas. Juro solemnemente parecer hermosa a tus ojos, sonar graciosa en tus oídos.
(El señor levanta la barbilla de la esclava, que echa los pechos adelante)
SE: Soy tu señor.
su: Eres mi señor.
SE: Soy tu amo.
su: Eres mi amo.
SE: Soy tu dueño. Eres mi esclava. Tu cuerpo es mío. Tu boca es mía. Tu sexo es mío. Sirves mi voluntad. Sirves mi palabra. Sirves mi placer.
Sumisa: Eres mi dueño, soy tuya, soy tu esclava. Mi cuerpo es tuyo, mi boca es tuya, mi sexo es tuyo. Tu voluntad es la mía. Tus palabras son órdenes. Sirvo a tu placer.
(Después de esta declaración, el señor puede dar una palmada a la muchacha en la cara o la otra parte de su cuerpo)
SE: Ahora que he tomado la posesión de ti para el período, llevaré tu regalo como símbolo de todo lo que deseo gozar en ti. [El señor coge su regalo que ella le ofrece con dos manos]. Dame tu flor, símbolo de tu sometimiento [Ella da su flor y se arrodilla ante su señor, con las manos a la espalda de ella. El señor destroza la flor, pétalo por el pétalo y mira caer los pétalos]. De la misma forma que he hecho uso esta flor, hago uso de ti. Ahora desnúdate. [Sumisa se quita la ropa y los adornos y vuelve a arrodillarse ante su señor, las manos unidas detrás de ella y las piernas levemente separadas.]
(El señor fija sus condiciones):
SE: Viniste desnuda a mí. (El señor pone en el cuello de la sumisa el collar del dominio). Lo usarás siempre que te lo ordene. (El señor coge la venda negra y con ella tapa la boca de la muchacha). Hablarás cuando lo ordene. Tu cuerpo está para mi placer. Muéstralo. [La Sumisa alza sus caderas ofreciendo su sexo. El señor inserta si quiere el consolador en ella] Mi voluntad penetra las barreras de tu cuerpo. Ahora póstrate ante mí. [La Sumisa de rodillas pone la cabeza en el suelo]. Soy tu señor. No aceptarás más señor y sólo a mi me rogarás que te posea. (Pone un pie sobre la espalda de ella como símbolo del derecho de pernada)

El apareamiento:

La sumisa ofrece al señor la posibilidad de azotarla, lo cuál hace éste o no, a su voluntad. La sumisa elige el instrumento de azote. Tras los azotes, el señor pone una cadena al collar de la sumisa y la conduce al lecho. Allí le quita la mordaza y con ella le venda los ojos. Es atada a la cama. El señor decide si dar o recibir placer.

Termina la ceremonia cuando la sumisa baja de la cama y se abraza a las piernas de su señor susurrando: Eres mi señor y yo soy tu esclava fulanita.

Se hace con pleno conocimiento y libre voluntad de ambas partes

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