Author:Raven Shadowborne © 1998
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La
violación es un crimen terrible que no tiene nada que ver con el sexo y sí
todo que ver con alguien que usa el sexo como un medio de alcanzar poder
personal mediante la subyugación de otra persona. Es un juego de poder de
alguien que probablemente siente que no tiene ningún poder personal, así que
usa la violación como un medio de sentirse poderoso. Es un acto horrible,
devastador para la víctima, sea varón o mujer. Curiosamente, la violación
sigue siendo una fantasía común entre las mujeres. No estoy diciendo que las
mujeres que piensan o fantasean sobre la violación deseen de verdad
experimentar una violación real. En general estas mujeres prefieren ser
dominadas, sentirse desvalidas, y de alguna manera este escenario les libera
de toda responsabilidad por disfrutar de los actos sexuales a que son
“obligadas”. Pero lo desean de un modo seguro. Con alguien que saben que no
les hará daño de verdad.
Estas
fantasías tienen un papel en el BDSM. Muchos lo consideran uno de los
aspectos más oscuros del BDSM. Mucha gente representa estas fantasías de
violación consensuada con sus compañeros, y yo me he visto envuelta en
discusiones sobre ellas. Un grupo de gente con el que lo he discutido
prefirió llamar a estas fantasías “raptos”, porque la palabra “violación”
tiene una bien merecida reputación de violencia.
Para
algunas personas la representación de una fantasía de violación es una manera
de recuperar el propio poder que perdieron a causa de una violación o abuso
en el pasado (no es un tratamiento que yo recomendaría, pero sí puedo entenderlo).
Para otros el desvalimiento y el “predominio” del varón sobre la mujer en
tales escenas es la fuente principal de excitación, mientras que saben
siempre que en realidad están a salvo de cualquier daño real. Puede ser una
escena muy liberadora. También es algo muy delicado, y nada que deba hacerse
sin una cuidadosa planificación y mucha discusión previa. Es un “juego de
rol”, como los de profesor / alumna, papi / hija, o jefe / empleada; pero una
escena de violación tiene características específicas propias. Por ejemplo,
para que parezca real las personas que intervienen deben interpretar sus
papeles correctamente, mientras que a la vez vigilan atentamente en busca de
signos de que la escena va mal. Para la “víctima”, es fácil que se
desencadene un ataque de pánico al emerger algún antiguo abuso reprimido. Si
hay episodios de abuso en el pasado de la persona sumisa, es extremadamente
importante que se discutan en profundidad antes de intentar siquiera una
escena semejante. Intente encontrar cualquier posible “disparador” y evítelos
en la escena.
Una
fantasía de violación bien hecha puede ser una escena muy intensa para todos
los participantes. Incluye efectos psicológicos además de físicos; los
participantes deben ser conscientes de estos efectos. Es una buena idea que
ambos investiguen algo los efectos psicológicos de la violación; esto puede
hacer más fácil al dominante la detección de cualquier posible disparador, o
el darse cuenta de que la escena va mal antes de llegar al punto de producir
daño real. Recuerden, estas escenas son peligrosas psicológica y
emocionalmente, además de físicamente. Creo que nunca deben hacerse sin
palabra de seguridad. Es demasiado fácil que se pierda el control y la
persona sumisa debe tener una manera de detenerla si surge la necesidad. Si
se está discutiendo una escena de violación y el dominante no ofrece una
palabra de seguridad, en mi opinión la sumisa debería pedirla. Si no se le
da, no debería consentir en la escena. Recuérdese que todas las escenas
(excepto el castigo) se hacen por mutuo placer, y para alcanzar el placer los
participantes deben sentirse seguros y tan relajados como sea posible. La
palabra de seguridad ayuda a conseguir ambas cosas.
Una escena
de violación requiere cuidadosa planificación y desarrollo. Creo que no
debería hacerse pronto en una relación, porque sencillamente los
participantes no se conocen tan bien cuando la relación es aún incipiente.
Los cuidados después de la escena son muy importantes. La persona sumisa
puede haber entrado en un auténtico estado mental de “víctima” (dominado por
el miedo) y tener problemas para reajustarse cuando la escena ha terminado.
Es imperativo que la persona dominante haga sentir a la sumisa que está
segura, que le quiere y le cuida. Cosas como abrazos, masajes, algunos
mimitos u otras acciones calmantes pueden ayudar a la transición del juego de
la violación al funcionamiento normal. Después de la escena es también
imperativo que los participantes discutan la escena; qué ha ocurrido, qué ha
ido mal, qué les ha gustado, qué no les ha gustado y todo lo que salga. Lo
más probable es que estas conversaciones se repitan.
Así como
la principal diferencia entre violencia doméstica y BDSM es la elección
informada de consentir en las actividades, lo mismo se aplica aquí. Un opción
informada de consentir en la realización de estas fantasías es lo que evita
que sean una violación real. Una víctima de violación no ha tenido elección.
Una persona sumisa que participa en una fantasía de violación ha elegido
hacerlo.
El original
de este artículo se publicó en el número de febrero-marzo de 2001 de la
revista on-line The Crystal Bridge.
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jueves, 26 de marzo de 2015
- 7:14 p.m.
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